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¿El mensaje de quién? ¿De cuándo? ¿Por qué reencontrado?

¿El mensaje de quién? ¿De cuándo es? ¿Por qué reencontrado? ¿Se había perdido? ¿Por quién? ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Por qué eligió este título el autor de estas sentencias?

SOBRE LA TERCERA EDICIÓN DEL MENSAJE ENCONTRADO DE LOUIS CATTIAUX, por Emmanuel d’Hooghvorst, 1978.
El Mensaje Reencontrado de Louis Cattiaux  es un libro que escoge a sus lectores. Ha suscitado grandes entusiasmos y también, en otros casos, repulsión, aburrimiento y suspicacia. ¿Cómo definirlo? No todos lo leerán de la misma manera. El nombre del libro indica la naturaleza de su contenido: el mensaje; ¿el mensaje de quién?, ¿de cuándo es? ¿por qué reencontrado?, ¿ha sido perdido?, ¿por quién?, ¿por qué? ¿cómo? ¿por qué escogió este título el autor de estas sentencias? Sin duda, esto exige una inspiración. ¿Podremos descubrirla en estas páginas, a veces difíciles, enigmáticas, fastidiosas para algunos, pero a menudo también de un calor conmovedor, de una poesía, de una fe, de una simplicidad infantil? ¿Quiénes serán los lectores que sabrán discernir en él una sabiduría de la unidad, tan antigua como la humanidad tradicional: una sabiduría de santidad, de salvación? El Mensaje Reencontrado es cómo si dijéramos: el Misterio Revivificado; ya no enseñado de manera pesada por historiadores, sino experimentado, asimilado y vivido en la simplicidad del corazón y del espíritu. Hay que saber hojear al azar estas páginas con sentencias condensadas como el aire líquido y, sin embargo, con una soltura sorprendente, donde ninguna palabra es superflua, sino que todo se ordena en un sentido único que no se revela en la primera lectura. ¿Qué puedo decir del Mensaje Reencontrado, yo que lo leo desde hace treinta años y que siempre lo encuentro nuevo? Es un vademécum, el de los exiliados, la brújula de los que están extraviados, el compañero del peregrino. Su autor vivió desconocido, incluso por quienes creían conocerlo. Meditó este libro en el silencio y el abandono de este mundo, formó y pulió las frases día tras día, con un savoir-faire tan suelto como erudito. Así pues, ¡leed en él la fe del Creador en su criatura, vosotros que vivís en este final de un mundo, la fatiga y el desgaste de todas las sutilezas! Este libro os gustará si preferís la cosa a las palabras, la sabiduría que une a la ciencia innumerable, la conciencia al delirio. Estos versículos no son impenetrables: hablan solamente a lo más esencial que hay en nosotros y, ¡desgraciadamente!, a menudo lo más abandonado o despreciado. He aquí por qué pocos lo aprecian. Ellos son a quienes los editores de la tercera edición han querido servir, aquellos que están cansados de un mundo sin salida, de un mundo cada vez más ajeno a todo lo que es verdaderamente humano, de un mundo en el que la sabiduría antigua parece irrisoria e inútil. Estos entenderán que bastaba con un solo hombre…

In R. Arola, Créer lo increíble