Física y metafísica de la pintura.
El título de este ensayo de Louis Cattiaux, «Física y metafísica de la pintura», expresa bien su esencia, es decir, el encuentro tan escaso de la técnica perfectamente dominada y de la inspiración más alta, como escribe el propio autor:
« El arte es como la unión entre la paciencia y la fantasía, la imprudencia y el gusto, la improvisación y el orden, de lo invisible con lo cotidiano, del espíritu con el peso del color », o también «la perfección y la potencia solo pueden unirse por la asociación del más alto espíritu con el alma más pura, en el cuerpo más perfecto.»
Estoy acabando un libro sobre la pintura que tal vez te interese, ya que intento analizar el mecanismo de la inspiración y, sobre todo, la manera de permanecer en estado de gracia, que es el gran secreto de los verdaderos artistas.
Louis Cattiaux
Este libro trata de la confluencia, poco habitual, entre la técnica dominada a la perfección y la inspiración más elevada que es lo que hace al verdadero artista. Porque Louis Cattiaux no era un especulativo, pudo aludir al despertar del ser interior y al acto creador, y describir ese abandono que solo fructifica después de largas disciplinas, y esa vía real que conduce a la identificación con el infinito del ser. Por eso, la magia de las formas y los colores de sus cuadros, de los cuales numerosas reproducciones ilustran el libro, así como el peso de sus palabras, despiertan en nosotros antiguos recuerdos.
Presentación al lector
Los artistas son, sin duda, los más nobles y útiles de los hombres. ¿Qué sería de nosotros en esta sociedad materialista a ultranza si la grisalla cotidiana no se iluminase con los tornasolados colores de los arcos iris?
Louis Cattiaux nació en Valenciennes el 17 de agosto de 1904. En el año 1932 se casa con Henriette Péré, con quien funda la efímera galería de arte moderno «Gravitations», nombre sacado de un libro de poemas de Jules Supervielle. Se hallaba en el número 3 de la calle Casimir Périer, donde la pareja se instalaría definitivamente.
En 1934 firma el manifiesto del transhylismo junto a pintores como Jean Lafon, Pierre Ino y Jean Marembert, y poetas como Jules Supervielle y Louis de Gonzague Frick. «Bajo el término transhylismo se afirma el deseo de ir más allá de las realidades -o de las apariencias- de la materia, de llegar hasta la verdad que ocultan y traducen, interceptan y significan. Su actitud no andaba lejos del surrealismo… Se sitúa en la misma perspectiva de un arte-poesía, de un arte-magia, de un arte-búsqueda de un absoluto».
En 1935 abandona la pintura al cuchillo e, interesado por la técnica pictórica, consulta a Raoul Dufy a propósito de los materiales perfeccionados por Jacques Maroger. Debido a sus investigaciones, su pintura estará en constante evolución. Si bien empieza empleando una materia lisa y llana, llega a utilizar un material de aspecto vitrificado y transparente que todos los críticos comparan con el esmalte.
Sin embargo, ninguna tela de Louis Cattiaux ha sido barnizada. Él mismo preparaba los colores siguiendo una técnica adquirida por el estudio de los maestros del siglo XV, entre los que se encuentran los hermanos Van Eyck.
En 1938 empieza a escribir su obra mayor: El Mensaje Reencontrado. Este libro profético es el resultado de toda su búsqueda. Sin su lectura, o más bien, sin su meditación, es imposible acercarse a su obra pictórica o a sus demás escritos. De todos sus trabajos se desprende una unidad profunda. Así, la magia de las formas y colores de sus cuadros nos atrae e invita a contemplarnos en esos espejos de sutil lenguaje, así como el peso de sus palabras nos imanta misteriosamente y despierta en nosotros antiguos recuerdos.
Apasionado por la filosofía hermética, esta corriente marcará profundamente su pintura. Se relaciona, sobre todo, con Lanza del Vasto y con James Chauvet.
La edición de los doce primeros libros de El Mensaje Reencontrado aparece en 1946 y es acogida favorablemente por René Guénon, con quien Cattiaux mantendrá relación por correspondencia. Es en esa época cuando empieza a redactar su Física y metafísica de la pintura.
Los últimos años los pasó cada vez más absorto en su búsqueda del absoluto y en su sed de divina contemplación. Murió en París el 16 de julio de 1953.
El título elegido expresa con claridad la esencia de esta obra, en la que se encuentran tanto capítulos consagrados a los procedimientos de la pintura como otros que tratan de la vocación del artista. Además, cada tema se desarrolla según esa doble perspectiva, ya que, como él mismo dice, «el arte es como la unión entre la paciencia y la fantasía, la imprudencia y el gusto, la improvisación y el orden, de lo invisible con lo cotidiano, del espíritu con el peso del color».
La confluencia, poco habitual, entre la técnica dominada a la perfección y la inspiración más elevada es lo que hace al verdadero artista.
De singular temperamento, dotado de un humor extraordinario, filósofo nutrido por las fuentes de las santas Escrituras y de la Tradición viva, Cattiaux fue sin duda un puro Artista. Cuando escribe: «Hay que trabajar mucho tiempo sobre una misma obra, pero sin esfuerzo y sin aburrirse, en suma, sin trabajo», dicho anhelo expresa su propio comportamiento. Cuando describe «el abandono que sólo fructifica después de mucha disciplina, de una ascesis fecunda», o señala con el dedo «la vía real que conduce a la identificación con lo infinito del ser», no son, ciertamente, las palabras de un especulativo.
Sólo los que están vivos pueden hablar, sin hacer el ridículo, del despertar del ser interior y del acto creador, pues la obra de Louis Cattiaux rebosa de vida. Creemos que en muy pocas ocasiones el tema de la experimentación artística, e incluso mágica, ha sido abordado con tanta profundidad, simplicidad y claridad, en una palabra, con tanto acierto.
Ojalá esta edición pueda abrir los ojos de nuestros contemporáneos sobre la obra extraordinaria de un Artista visitado por la Musa y, por lo tanto, tradicionalmente religado.
En ella se esconde una vía de salvación en esta ruda y agonizante edad de hierro.
Artículos de introducción a Física y metafísica de la pintura.
Extractos.
Emmanuel d’Hooghvorst realizó una selección de extractos de cada uno de los capítulos de «Física y metafísica de la pintura» de Louis Cattiaux y los publicó en forma de artículo en la revista suiza «Inconnues» en 1954. Se presentan aquí, clasificados por tema.
[…] Este libro está destinado a alentar a producir su obra a aquellos que poseen el don innato, y está hecho para iluminar a aquellos que se obstinan en creer que se puede penetrar en el Arte por astucia, por fuerza o por mediocridad.
Los llamados deberán soportar por amor a su Dios, la pobreza, la soledad, sin buscar otro consuelo que su arte, esto para probar su vocación y para conservarse íntegros hasta el día incierto del triunfo electivo. […]
Cuando haya renunciado a todo, lo poseerá todo. […]
« Este libro es inútil, porque si no habéis descubierto el Arte en vosotros mismos, nadie os los hará conocer desde fuera ».
- Louis Cattiaux
FONDOS
TÉCNICA
Es necesario trabajar durante mucho tiempo en la misma obra, pero sin esfuerzo, sin aburrimiento, sin trabajo en suma, y como dice Paul Valéry: «Hay que sostener el esfuerzo hasta que el trabajo haya eliminado las huellas del trabajo».
La meditación desapegada interviene en los últimos toques que deben dar el máximo de expresión a la obra sin borrar ni destruir nada [...]
GENIO
La paciencia no es suficiente aquí para lograr un tal ensamblaje; se requiere la profunda meditación, se necesita un genio particular que es función de la potencia de la vida interior. Y es impropio lo que dijo Buffon: «El genio no iba sin una larga paciencia», porque la paciencia es solo pasiva, mientras que la meditación es activa por naturaleza y tiende al acto creador.
El genio es, por lo tanto, como la iluminación que aparece al final del desenmarañamiento del caos interior; se realiza en la meditación solitaria. Es como el despertar del ser secreto y todopoderoso que duerme en cada uno de nosotros.
Se dice comúnmente que el genio es sublime; precisaremos diciendo que está «sublimado».
Cuando el artista alcanza el trance creador, se convierte en un hombre ebrio que habla consigo mismo y que ya no se preocupa por ser escuchado o no, porque su mensaje expresa el esclarecimiento de las tinieblas interiores y sirve ante todo a su propia naturaleza [...]. El resultado de la meditación es la creación. Así, el artista vive su sueño interior hasta la alucinación del acto divino. [...]
ORIGEN
«El arte es mágico o no es». - El origen del arte no proviene, como se cree comúnmente, de una necesidad estética, sino de una necesidad de dominación mágica. [...]
La música misma, el canto y la danza no fueron originalmente más que el soporte del pensamiento mágico conciliándose con el mundo hostil o dominándolo.
Así, todas las artes tienen su origen en la obligación primaria del hombre encarnado de defenderse en los tres planos del mundo creado. Solo es después de terminado el rito que puede tomar conciencia de la gratuidad del arte a través del juego de formas, sonidos, colores, movimientos, y elevar su magia hasta intentar, a través de ella, comulgar con la gran alma del mundo que los hombres llaman Dios.
Diremos entonces que la magia particular se ha elevado hasta la magia general, y que el arte es el conducto que nos hace comunicar con lo Universal.
Cuando la cosa se produce es arte, cuando no, no es nada.
La obra de arte es, por lo tanto, una creación mágica y, como la procreación, requiere para dar lugar al Ser, una carga psíquica producida por el espasmo del amor. Es por eso que hay tan pocos hombres y tan pocas obras vivas en este mundo, porque la proyección mágica es un acto difícil por encima de todo, como el de la transmisión integral de la vida; y pocos seres son capaces de realizar este misterio de la transfusión energética del «voltio».
Los hijos del amor, más vivos y más hermosos que los otros, son aquellos engendrados en el entusiasmo y la pasión amorosa; tenemos la prueba, al considerar la humanidad media así como las obras ordinarias, de que todo lo que se hace en el aburrimiento y en la mediocridad engendra la muerte. Solo los artistas dotados generosamente cargan inconscientemente sus obras, que hechizan posteriormente sin explicación razonable a ciertos espectadores más sensibles y receptivos que la multitud ordinaria de los hombres.
Así, los humanos y las obras de arte nacidos muertos proliferan naturalmente en el mundo por el fomento de la debilidad y la muerte, que va en aumento siempre desde la caída inicial.
Estas creaciones fantasmales ya solo tienen las apariencias de la vida sin poseer su esencia, pero, como decía el antiguo maestro: «Hay que dejar que los muertos entierren a sus muertos», porque solo la absurdidad de la muerte es capaz de repugnarnos realmente.
La vida solo se transmite haciendo el amor, ya sea procreando, obrando o rezando, y donde no se hace el amor, solo hay caricatura de vida, aburrimiento y muerte. [...]
Las sorpresas recientes provocadas por las exposiciones de obras realizada por niños, ingenuos, primitivos o locos, muestran bastante claramente los orígenes misteriosos y mágicos del arte. [...]
Nuestra posición materialista que nos lleva a considerar solo las apariencias del mundo, nos ha exagerado hasta lo absurdo la angustia del cambio y la renovación de todas las cosas. Y tomamos por un fin lo que no es más que un comienzo. Esta actitud de los filósofos cartesianos cegados por la corteza del mundo engendra el escepticismo, la desesperación y la disolución de las sociedades modernas que han renegado de sus antiguas creencias que se han vuelto aparentemente demasiado simplistas y demasiado infantiles. [...]
El estudio irracional de las creencias antiguas probablemente nos llevaría a constatar nuestra ignorancia grosera de los problemas que conciernen a la vida y la muerte.
La orgullosa creencia en nuestra supuesta civilización y en nuestra pseudociencia desafortunadamente nos impide considerar el misterio de la creación a partir de la simplicidad primera donde el instinto unido a la intuición reemplazaría brillantemente nuestra rastrera razón razonante. Porque solo «aquel que penetra hasta la raíz conoce todos los frutos del árbol».
TRADICIÓN
La anarquía es el fraccionamiento infinito del conocimiento y de la simplicidad primera.
Para los pintores, es la dispersión y la pérdida de las tradiciones artesanales y de las fuentes de inspiración, lo que hace que la parte se confunda con el todo.
La personalidad, por otro lado, solo puede aparecer en la obra de arte a través del equilibrio de todos los componentes, que exige la universalidad del espíritu y la perfección técnica. En otras palabras, la originalidad es la exageración de una particularidad del ser, mientras que la personalidad es la exaltación de todos sus poderes. La originalidad es una carencia, la personalidad es una realización.
Hace tiempo, la tapicería francesa murió por querer imitar la pintura. Ahora, la pintura francesa está muriendo por querer imitar la tapicería.
DESTINO
La pintura, al igual que las demás artes, es también un medio de descubrimiento de los mundos que gravitan en nosotros y a nuestro alrededor, y la circulación de una obra de arte es una señal de reconocimiento destinada a reunir en una misma comunión a individuos que comparten una cultura y una sensibilidad idénticas.
El destino de la obra de arte es, por lo tanto, permitir que la humanidad media entre en relación con la esencia oculta de los seres y las cosas. Toda obra de arte se beneficia al ser presentada en medio de los objetos que embellecen la vida del hombre.
Su acumulación en los museos es un sinsentido y su exhibición multiplicada se asemeja a una blasfemia, ya que la risa estúpida de las multitudes siempre sanciona la revelación del Arte, como alguna vez sancionó la revelación del Hombre y de Dios. [...]
Es necesario vender para vivir, pero esto nunca debe ser el objetivo de la creación artística.
La venta interviene solo para permitir que el artista persevere, y aquel que logra así comer, alojarse, calentarse y vestirse, debe considerarse privilegiado entre todos los demás hombres, porque es el único que vive de un trabajo que no es una maldición. Único en vivir como el santo, de la oración y la alabanza puras, lo cual es concedido a muy pocos individuos en este mundo.
El artista es el único que cumple una función gratuita, por lo tanto divina, el único que practica la unión con la creación circundante, el único que busca el amor y la paz, el único que conoce la armonía de los mundos, terror perfecto y perfecta felicidad.
ARTE Y CIENCIA
Recordamos el eslogan destinado al francés medio, laico y obligatorio: «La ciencia salvará a la humanidad». Todos los brutos se han relamido con ello antes de comenzar a reventar por ello. En cambio, nadie ha dicho aún: «El Arte salvará a la humanidad», lo cual es, sin embargo, la única verdad futura.
« Somos como los barrenderos del mundo », dijo san Pablo. Quería hablar de los vivos, de los santos, de los artistas, de los poetas, que son como las flores y los frutos ignorados de la humanidad, cuya presencia justifica todas las mediocridades, todas las suficiencias, todas las cobardías, todas las violaciones, todos los crímenes y todas las imbecilidades, en una palabra, el estercolero donde esperan y germinan misteriosamente los hombres ordinarios, porque nuestras vidas aún están extraviadas en la muerte, y la luz de algunos es un insulto para las tinieblas de la mayoría.
Sin embargo, el amor y el genio finalmente dominarán el caos del que han salido bajo el impulso del fuego, habitando la esencia primera, vehículo de los mundos.
ENSEÑANZA
El conocimiento y el estudio de las grandes obras del pasado son indispensables para la formación cultural y técnica del artista; sin embargo, es mejor estudiar y trabajar solo, que sufrir la emasculación de una enseñanza mediocre [...].
CULTURA
La cultura se añade al don inicial y permite su desarrollo completo. [...]
La cultura nunca debe ahogar la sensibilidad, y el verdadero saber debe permanecer subyacente y discreto, como esas capas de agua subterránea que alimentan inagotablemente los pozos artesianos. [...]
La cultura debe ser un adorno y no una coraza, una riqueza y no un peso muerto. Debe ayudar a conocer lo que está arriba para unirlo con lo que está abajo y así realizar la obra. [...]
En el arte como en la vida, siempre preferiremos un simple dotado de sensibilidad, en lugar de un genio ausente de amor. [...]
DON
El don es como la suma de una búsqueda particular, acumulada durante ciclos de vidas encarnadas. Es inalienable.
La inspiración es como la gracia, movediza y muy inestable. Puede aparecer y desaparecer sin razón aparente. [...]
Es este don, unido a la gracia y al amor, y subsistiendo en la libertad del ser interior, lo que permite comunicarse sin esfuerzo con el Universo sensible e inteligente que llamamos Dios.
Cuando la voluntad intenta forzar la expresión y cuando el orgullo exige el primer lugar, – y una cosa nunca va sin la otra–, se amputa o se destruye la sensibilidad y solo se logra caricaturizar el talento con grandes penas y tormentos.
El maligno también ha salido de Dios, pero ha perdido la gracia y el amor por la ignorancia del orgullo. [...] A veces actúa como ángel y a veces como bestia, para que todos puedan aplaudir al menos una vez. [...]
Nunca se pierde completamente el don inicial; es más bien la gracia, al abandonar al artista, la que hace que el don permanezca dormido o escondido por la voluntad de aislamiento.
Basta con un abandono sincero, una gratuidad verdadera, una ruptura de los resortes del ego, para que, al circular nuevamente la gracia, el don reaparezca en todo su asombroso esplendor.
Así, la imaginación y la inteligencia no pueden ser disociadas de la gracia y del amor bajo pena de muerte fraccionada.
El artista que tiende inconscientemente hacia el absoluto divino debe conservar y conciliar en él, para la obra de creación, los atributos de la divinidad y las cualidades de Dios.
GENERACIONES
El artista dotado de verdadera personalidad solo es comprendido y alentado por los hombres de su generación; es clasificado y honrado por las generaciones siguientes, o brutalmente eliminado si ha falseado para complacer a los mediocres de su tiempo.
El artista que permanece fiel a sí mismo no debe esperar nada de sus mayores, sean aficionados, comerciantes, críticos, artistas o literatos, ya que la expresión de una época solo es reconocida por los hombres de la generación siguiente. Cuanto más lejos vea un artista, menos será ayudado por sus contemporáneos, pero más será celebrado por los que vienen después. [...]
FACILIDAD
Lo propio de nuestra época es confundir la calidad con la cantidad, la potencia con la violencia, la perfección con la sequedad, el frescor con la crudeza. [...]
Estamos invadidos por un arte frenético y fácil, hecho especialmente para atraer al transeúnte absorto, al conductor de automóvil, al consumidor robot, al igual que esos carteles perentorios de los cuales ya no se le puede diferenciar. Cuando uno se detiene, es inmediatamente menos divertido, pero si uno se acerca, toma conciencia del vacío de estas obras siempre inacabadas, a menudo ni siquiera comenzadas. [...]
MEDIOCRES
Las personas mediocres son, por definición, opuestas al movimiento, al ímpetu, a la vida, ya que su pobreza espiritual y su sequedad de alma los llevan a obstaculizar todo lo que amenaza animarlos.
La falta de sustancia los vuelve pusilánimes, tristes, avaros, hipócritas y cobardes.
Son los guardianes fieles de las situaciones y bienes adquiridos, de las morales prefabricadas, de las leyes enfriadas, de los ritos muertos. Son los rebaños de Panurgo de los partidos políticos, las manadas supersticiosas de los cultos, los robots de las tinieblas, los esterilizadores de vida, los furrieles del reino de la Bestia.
Acallan y aturden a los vivos en nombre mismo de los grandes precursores. Eliminan el arte en nombre del arte y tratan de borrar a Dios en nombre de Dios. [...]
Sin corazón, sin espíritu, sin fidelidad, son para la eternidad los sepulcros blanqueados que ya vomitaba Elías-artista, más comúnmente conocido como Cristo. Negando, rechazando o menospreciando todo lo que los supera, forman la enorme masa de los perezosos espirituales de la humanidad, que ningún amor jamás calentará. [...]
Todas las instituciones degeneran y perecen bajo el torrente de los mediocres. [...]
CRÍTICA
Deseamos recordar simplemente que la función esencial del crítico es analizar las obras de arte, y no debe en ningún caso interferir en dirigir, o incluso forzar la expresión artística, como es demasiado frecuente en la actualidad. [...]
El tiempo vuelve a colocar bien las cosas en su lugar, pero el daño ya está hecho, lo que hace que artistas originales mueran de miseria, cuya única culpa es la de no balar con las ovejas que los rodean. [...]
VOCACIÓN
«Debemos volvernos ausentes a nosotros mismos, para volvernos presentes a la creación en su totalidad».
Debemos volvernos vacíos para ser llenados, maleables para ser formados, pobres para ser enriquecidos, ignorantes para ser instruidos, locos para volvernos sabios, miserables para ser consolados, oscuros para ser iluminados. [...]
TEST
ASCESIS
Solo después de haber trabajado mucho tiempo, de haber luchado mucho tiempo en el aprendizaje del oficio y haber sufrido mucho tiempo en la concentración de la sensibilidad, el artista puede olvidarlo todo y, rechazando toda coacción y toda razón, puede producir en ese desapego que se llama «inspiración». [...]
Todos aquellos que no poseen en sí mismos el fuego divino, creador, ordenador y destructor de los mundos fenomenales, son golpeados por la impotencia y deben tomar de los vivos las apariencias de la vida o, lo que es más sabio, renunciar a crear ilusiones. [...]
El artista trabaja como otros se embriagan o comulgan, hasta el delirio del alma, hasta la locura creadora, en la euforia que engendra la libertad perfecta.
Ahí todas las precauciones, todos los cálculos, todos los deberes, todas las demostraciones son abolidos por el espasmo de vida y muerte que diversifica la creación.
Se requiere la audacia y la inconsciencia del loco, la gratuidad del pobre. [...] También se necesita la paciencia de la tierra. Además, hay que ser lo suficientemente íntimo consigo mismo, lo suficientemente despojado para poder mostrarse desnudo sin ninguna vergüenza [...].
Siempre siento un sentimiento de compasión y tristeza al ver los alborotos tan groseros de los estudiantes, porque todos se parecen a pollos que gritan antes de ser desollados por la vida, que los convertirá en jarras decoradas, en peones desgastados, en intelectuales mohosos, serios, prudentes, morales y tan mediocres en una palabra.
Sí, pobres pequeños revolucionarios de cartón, gritad, aullad, alborotad, vomitad a gusto y haced creer que sois valientes, espirituales, libres, alegres y sobre todo artistas, porque la vida os va a desollar. [...]
Si poseéis una verdadera personalidad, desbordará por sí misma; solo los fantasmas agotados y vacíos imitan a los vivos. [...]
En resumen, la ascesis artística tiene como objetivo esencial salvaguardar el don inicial dejando que la gracia circule libremente entre los límites de la técnica más lograda. [...]
SENSIBILIDAD
La sensibilidad del artista es el instrumento esencial del Arte [...], se manifiesta a menudo en el artista a través de una gran emotividad, timidez, susceptibilidad, imaginación, intuición, clarividencia y una marcada propensión a la vida interior. [...]
Los artistas son amigos de las mujeres y las comprenden maravillosamente, ya que participan de su naturaleza movediza, además de poseer el ímpetu masculino. [...]
FECUNDIDAD
La fecundidad supone en el artista una salud, una vitalidad sin desfallecimientos, ya que el arte pictórico es agotador como el acto de amor. Todos los débiles son llevados a falsificar, a plagiar, a no terminar, porque el arte pictórico no solo vacía la cabeza y no agota únicamente el corazón, también destroza el cuerpo. [...]
VISIÓN
Pocos artistas resisten victoriosamente estas pruebas de despojamiento y logran conservar su visión intacta. [...]
La ley del mundo exige que los fuertes manifiesten su fuerza en medio de los mayores obstáculos, y más allá incluso de las fronteras de la muerte, para que su fe sea afirmada y justificada ante todos, porque es mejor perecer con su propia fe que vegetar en la banalidad de la duda. [...]
ABANDONO
Solo puede aparecer de manera útil en el artista que posee el don natural de la sensibilidad. [...]
Pero el abandono solo fructifica después de largas disciplinas, ascesis fecundadoras; ahí reside el divino secreto de la gracia, del amor y del conocimiento operativos. Ahí está la vía real que conduce a la identificación con la infinitud del Ser. Ahí se encuentran la riqueza abrumadora, la prodigalidad inagotable, la plenitud del poder creador y la experimentación viva de la libertad y de la gratuidad divinas, porque las bodas del cielo y la tierra, como la unión de los místicos, no son palabras vacías.
No puede, evidentemente, subsistir ninguna astucia, ninguna mezquindad, ninguna restricción, ninguna voluntad de violación o sistematización en tal comportamiento. Se requiere una audacia inigualable para entregarse así, despojado, al monstruoso flujo de la vida cambiante. Se necesita una facultad de don inaudito, una generosidad única y loca. Hay que ser propiamente insensato según el mundo vulgar de los humanos anclados en los límites de su piel. [...]
«Sumergido por los dones, como una tierra prometida abrevada de inocencia,
Me entrego a aquel que desenreda mi noche,
Y mi corazón se decanta en el reposo, y luce».
Poemas de la resonancia
«El artista solo conoce la tierra y el cielo;
la ciencia, la moral y la política de los hombres
lo aburren y lo matan».
El Mensaje Reencontrado
ENTUSIASMO
El entusiasmo permite la creación, es decir, la proyección del sentimiento exaltado y magnificado. [...]
El entusiasmo solo se encuentra en los hombres dotados de una gran vitalidad [...].
El entusiasmo molesta a todos los «muertos», a todos los mediocres, porque colabora con las empresas de la vida. El entusiasmo es la imaginación y el amor en movimiento.
Así, el artista consumado es aquel que sabe ordenar su delirio y hacerlo perceptible para todos.
Es aquel que conserva suficiente imaginación y amor creadores para sentirse colmado sin poseer nada. Es aquel que se alegra de los aspectos del mundo, o que a veces se entristece por ellos, pero que nunca los juzga. [...]
SUGESTIÓN
El libro más hermoso, el cuadro más afortunado, la obra más profunda, no son aquellos que afirman, sino más bien aquellos que sugieren. De hecho, es imposible comunicar un sentimiento de arte si no es por la sugestión, que permite un trabajo de reconstitución personal y duradera. [...]
Solo el amor, el genio y la santidad saben acercarse a la madre universal, y es la iluminación la que los hace reposar en ella. [...]
LIBERTAD
El libro más hermoso, el cuadro más afortunado, la obra más profunda, no son aquellos que afirman, sino más bien aquellos que sugieren. De hecho, es imposible comunicar un sentimiento de arte si no es por la sugestión, que permite un trabajo de reconstitución personal y duradera. [...]
Solo el amor, el genio y la santidad saben acercarse a la madre universal, y es la iluminación la que los hace reposar en ella. [...]
LIBERTAD
La libertad del espíritu y del alma es indispensable para el cumplimiento de la captación y la proyección artística; es el resultado del equilibrio de las facultades y funciones del ser a través de la unión interior. Se puede decir del artista que está liberado cuando se encuentra libre del miedo a hacerlo mal y de la voluntad de hacerlo bien.
El artista debe permanecer inmutable en medio de lo movedizo, libre en el mundo, coadjutor del Dios que crea el Universo. [...]
Por eso insistimos en la utilidad de la práctica de una ascesis del desapego y del olvido de sí mismo, que se obtiene a través de la comunicación con los maestros espirituales y de la meditación diaria. [...]
La santidad posee, de hecho, esa guardia extraordinaria que se llama humildad y que es la libertad conquistada sobre las trampas de la apariencia mundana.
El santo no se toma en serio, no se enorgullece de lo que no le pertenece, y nada le pertenece aquí abajo, salvo la paciencia de la criatura y la alabanza del creador.
El artista verdadero es aquel que ha vuelto a escupir el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal; es aquel que hace bien lo que tiene que hacer y que no se preocupa por el efecto producido en los demás, aunque hubiera de morir por su no conformidad con la visión circundante.
El artista explora la vida, se pierde en ella y se reencuentra en ella. En la obra de arte verdadera, como en la creación, no hay aburrimiento, es la marca de su común origen divino. [...]
El artista deberá luchar a cada instante para conservar el abandono, la facilidad de improvisación, la fantasía, la audacia y la alegría que animan la obra de arte. [...]
El artista ofrece todo lo que tiene a fin de no ser poseído por nada; renueva la creación para su propio placer; su locura se asemeja a la sabiduría divina. [...]
Permanece en contacto por la oración con los maestros espirituales que le son queridos, porque sabe que la inspiración viene de Dios a través de su ministerio, y este es un secreto que muy pocos conocen. Porque pocos hombres saben pedir, así como pocos hombres saben dar o recibir en el amor. [...]
«La libertad o la muerte» para el artista más que para cualquier otro hombre; esta fórmula es peligrosamente cierta todos los días de su vida, y mejor aún, lo que debería adornar en letras mayúsculas las paredes de su taller es la inscripción «la gratuidad o la muerte», porque el arte es libertad, amor, gratuidad, magia y vida. [...]