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Poemas del holgazán, edición original de 1945

Demasiada gente escribe
con las uñas sucias.

Hipócrates

A MIS AMIGOS

Has perdido tu vida,
decían mirando mis manos vacías ;
y nadie oía al dios que cantaba en mi corazón.


A UNA MUERTA

Perlas de la princesa ciega,
esparcidas sobre la púrpura de los besos de más allá,
os contemplo finalmente sin reflejo de humedad
en esta aridez donde ya nada sonríe.


A LANZA DEL VASTO

Yo era un extranjero vestido de negro,
que pasaba por el mundo como por una tempestad.
Erguido sobre mi bestia, fijaba a lo lejos
la impasible sonrisa del primero de los humanos.


A VALENCIENNES

Recuerdos mojados de los lugares de mi infancia,
que respiro en vano en la bruma de los años,
permanecéis apagados a través de mi tristeza,
a pesar de vuestros perfumes que se elevan.


A UNA DESCONOCIDA

Porque ella torturaba distraídamente a un niño,
y porque mi cuerpo ciego participaba en el crimen,
nos unimos el tiempo de un dolor,
en esa gran noche donde los hombres se olvidan.


A CHARLES NISARD

Fue en el bosque de piedra donde el frío crepúsculo
reforzaba nuestras almas,
que él agradeció a su dios
y que yo intercedí por él.


A POUPINET

El gatito que duerme,
apoyado en su nariz,
sueña con cálidas plumas,
y los estremecimientos de amor,
tan próximos a los espasmos de la agonía.


AL VERANO

Flota una gran alegría en toda esta vida
dispersada en los abismos, como una fe secreta en aquel
que libera de los olores de la muerte.


AL INVISIBLE

En esta eternidad del fuego trascendente,
donde se alternan las vidas y los agujeros del silencio,
he alcanzado el núcleo secreto de los límites
y me río de las potencias de la muerte.


A IÉEOÔUA

Como esas estrellas que súbitamente se inflaman
en la noche del cosmos, el corazón divino estalla
desmesuradamente cuando un sabio penetra hasta él.


A UNA HADA

El dios que me aconseja
y que nada en mi sangre,
lleva a cabo fácilmente mil y una maravillas,
mientras que mi caparazón pena,
y vanamente intenta comprender.


A UNA DAMA OLVIDADA

Gratuidad perfecta, ciega extrañeza,
las gafas del muerto sobrenadan
sobre este espejo donde ninguna mano amiga
velará para nosotros su desnudez de hielo.


AL GRAN PAN

He balbuceado tus palabras maestras
a los demás hombres como a mí mismo,
y ahora mi corteza vacía yace a tus pies,
que siempre pisotean y siempre bailan.


A MÍ MISMO

Creando en mi corazón las imágenes del sueño,
me adiestro sabiamente en el estado de muerto y de dios,
en que los perfumes subsisten, apenas reconocibles.


AL SUEÑO

En los mares fósiles
donde mi doble se extravía
y roza el silencio,
veo palpitar el huevo extraño,
donde giran universos de noche.


A UN SABIO

La muralla invisible que protege al amor,
solo puede ser franqueada por el amante divino.
Qué alegría y qué tristeza recorrer esa vía,
donde la infinitud de los números se estrella y desespera
ante el umbral de las aguas de oro.


A UNA ESTATUA

Colgadas en el silencio
semejantes en ceguera,
las manos de piedra se alzan,
hacia el cielo adormecido,
entre las hierbas que caminan.


AL GENERAL EN JEFE

No ocultemos a los simples los rostros de la muerte
que siempre regresan en desgarradoras manadas.
Me refiero a esos millones de sonrisas, que desaparecen
en los fangos sombríos de los campos del honor.


A LA NATURALEZA

Para subsistir, tuve que inscribir tu retrato en las cosas vulgares,
y velar para siempre el espíritu de libertad,
que enfurecía tanto su mediocridad.


AL VIEJO DESVÁN

Fabulosos tesoros prodigados por los mundos mágicos,
perlas de mi infancia reencontradas en el fondo de las músicas,
heme aquí de rodillas ante vuestra claridad,
donde el prodigioso fuego de las bellezas se mueve.


A UNA MONJA

Cual semilla olvidada en la tumba,
esa mujer rezaba entre la multitud apagada,
imantando hasta nosotros la dulzura de las aguas vivas.


A TODOS LOS SANTOS

Crustáceo indefenso ablandado por la muda,
me escondo de todos, cuando el amor me desnuda
para el loco crecimiento.


AL MUNDO

Cuando reabrí los ojos tras la gran ausencia,
todo me pareció tan pálido y vacío,
que entré para siempre en el corazón del silencio.


AL DR A. ROUHIER

Cuando nos mostraron por magia
las ciudades que ardían bajo el granizo del fósforo,
los hombres sentados aclamaban ese milagro,
y comprendí que Dios me había entregado a los locos.


AL COMIENZO Y AL FIN

Clamad, furores del celo y de los combates,
contradicción de muerte en las aguas de la vida.
Hundid vuestra fogosidad en la sangre del rescate,
y lavad vuestras furias en las aguas del abismo.
Surgid en el cielo de las memorias,
y extraed vuestra carne de los flancos del mar,
antes de despertar el fuego rojizo
que va a la deriva sobre la faz del sueño.


A UN AMOR MUERTO

En la quieta mansión donde la noche me penetra,
una música antigua engrandece el reposo de los años.
La lluvia que baña el jardín corre
como el tiempo de las soledades humanas.


A LA NADA

He comido el sufrimiento cual un pan de angustia,
y he bebido de la copa de la amargura altiva.
He arollado mi aburrimiento en los pliegues del presente,
y agotado mi vestidura en el abismo de las noches.
He sorbido la tristeza de los días pasados,
y colmado mis deseos oteando el horizonte.
He perfeccionado mi pensamiento en el vacío de las palabras,
y he hallado la paz en la risa de la guadaña.