
París, 11 de diciembre de 1949
Estimado señor Guénon,
[…] Para concluir esta larga carta, quisiera señalarle un antiguo error adoptado por los filósofos modernos, ¡siempre tan perspicaces como los topos! Los Sres. Sartre y Krishnamurti, Bergson y otros no han dejado de cometerlo.Todos esos metafísicos miopes han confundido en conjunto el «reposo del Ser» con la «Nada», lo que conduce al absurdo de sus sistemas, al desespero cósmico y al embrollo inextricable de sus pensamientos.
He intentado poner un poco de orden en estas concepciones cosmogónicas en ciertos versículos de mi obra, pero no tengo la intención de ordenar este misterio para el público que lo reclama, como lo atestiguan las cartas que recibo.
Si le parece bien, usted podría hacerlo útilmente en mi lugar en la introducción que está dispuesto a escribir, y sería divertido ver derribado en pocas palabras todo el sabio edificio del existencialismo que hace correr a todo el mundo, inclusive la santa Iglesia que se apresura publicando un libro titulado Existencialismo cristiano (sic) (¡publicando o dejando publicar!).
Así, podría por ejemplo subtitular mi obra de esta manera: «La esencia, la sustancia y la mugre». La esencia es Dios, fuego creador y animador de las formas. La sustancia es madre y diosa, agua nutricia y multiplicadora de las formas emanadas de la esencia.
La esencia es coagulante, mientras que la sustancia es disolvente. La mezcla de la sustancia con la mugre ha hecho aparecer la «materia», que es «mixta» en el sentido exacto de este término. Es la caída.
La mugre es la «nada», es decir, las tinieblas exteriores que se han vuelto interiores por el accidente de la caída, que se asemeja extrañamente a la emulsión de la franja de la esfera sustancial cuando ésta se pone en movimiento bajo el impulso de la esencia central. ¡Es el Ser en acto!
La cesación de este movimiento puede muy bien conducir a la recuperación sustancial de las partículas exiliadas en las tinieblas exteriores, ¡Es el Ser en reposo!
Ciertas partículas también pueden permanecer emulsionadas en la mugre porque se niegan a volver al gran mar original y sustancial, esto es el infierno y la rebelión de Iblis.
Reconocerá fácilmente todos los nombres que se aplican a la sustancia pura en las religiones antiguas y recientes, así como aquellos que se aplican a la esencia representada por el punto en el círculo. El mal, que es la mugre, no tiene ser en sí mismo, pero cuando se mezcla accidentalmente con la sustancia, se convierte en un ralentizador de ésta y la muerte y el nacimiento se producen. Cuando, por el contrario, la separación entre la sustancia y la mugre se lleva a cabo (que es el secreto de la redención), solo subsiste la vida eterna, sustancial y esencial. Vea, pues, usted cuán grosero es confundir el reposo del Ser, que es el cese de la creación, con el no-ser, que es la Nada exterior, sin ser, por tanto, sin acción y sin reposo propios.
Me haría falta mucho más tiempo y mucho más espacio para desarrollar y precisar mi pensamiento. No obstante, puede ponerlo a prueba en esta forma muy concisa confrontándolo con las enseñanzas de las grandes tradiciones iniciáticas y místicas. He intentado muy resumidamente representar con una imagen mi concepción del Universo en acto y en reposo, constituido por esta esencia central, esta sustancia global y esta mugre periférica. Se la adjunto con la esperanza de hacerme entender mejor.
Le ruego que disculpe esta extensa charla y reciba mi muy agradecida y muy amistosa consideración en Aquél que subsiste en acto y en reposo a través de las eternidades del gran soplo alternado.