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El autor del Mensaje Reencontrado

26. El autor del Mensaje Reencontrado

No hay que exagerar respecto a mi persona y no hay que hacerse demasiadas preguntas sobre mí, que no cuenta mucho e incluso, en absoluto en relación con la música celestial que a veces escuchas. ¿Quién soy yo, querido amigo?… Según el mundo, un fracasado, un holgazán, un descontento, un rebelde, un hombre como los demás que tiene dolor de estómago y vomita, alguien que sufre y se impacienta, uno entre millones de otros que intenta sobrevivir cada día y que debe aplicar su mente a intercambiar su trabajo por el de los demás para subsistir, una hormiga entre todas las hormigas; ¿quizás también una hormiga que siente que le crecen alas? ¿Quizás un hijo de rey que busca la casa de su padre? ¿Quizás aquel que recuerda su herencia perdida o extraviada? ¿Quizás aquel a quien le han encargado una misión? ¿Quizás el pez que mordió el anzuelo del cielo? ¿Quién sabe? ¿Y qué importancia tiene eso?

No preguntas como… tantos otros si soy realmente yo quien escribió este libro, pero quizás te lo has preguntado a ti mismo, recordando afortunadamente que el Espíritu sopla donde quiere… Lo que es asombroso no es el libro, son las condiciones en las que fue escrito: ¿quizás ahora tendré la dulzura después de haber tenido las espinas?

Mi esposa y yo estamos cada vez más atraídos por Nuestro-Señor-el-Sol, y deseamos cada vez más ir hacia Él, donde está en todo su adorable y viviente esplendor. ¡Es curioso ver cómo la gente busca a Dios donde Él no está y cómo no lo ven donde Él está! ¡Eso debe ser verdaderamente deslumbrante! Este deseo crece cada vez más y realmente no sabemos cómo podrá realizarse, pero todo es fácil para el Único, como todo es difícil para nosotros, pobres humanos caídos.

Debo hacer un esfuerzo cada vez mayor para subsistir, pero creo cada vez menos en ello porque el resultado me parece irrisorio y nulo. Por otro lado, se necesita una dosis de fe que roza la locura para esperar únicamente en la Providencia de Dios, y sin embargo, ahí está la única verdad que no perece a pesar de todas las apariencias contrarias.

Ahora quisiera vivir en la montaña cerca del cielo y cerca del Sol, en la oración, en la alabanza y en la contemplación, sin hacer nada más; en resumen, es una buena señal porque prueba que me estoy volviendo cada vez más apto para la libertad y el reposo de los hijos de Dios.

¡Piensa en el pequeño número de aquellos que están dispuestos aquí abajo para entrar en la contemplación del Único! Es aterrador pensar en su ínfimo número. Y todos quieren hacer algo y nadie quiere dejar que Dios haga. Es todo el drama de la humanidad desviada que piensa que puede salvarse por sus propias fuerzas. Espero que el Bendito permita que se cumpla mi deseo de entretenerme con Él en lugar de agitarme inútilmente en este mundo transitorio.

A veces me pregunto si no he perdido el tiempo escribiendo este Mensaje Reencontrado en lugar de adorar en silencio.

Por fin está aquí el dios Sol que tanto hemos anhelado este invierno y lo bebemos con amor y nuestros rostros están rojos de su amor y de sus abrazos paternos, pues lo encontramos ayer en un pequeño jardín en el campo y permanecimos imprudentemente ante Él, tan grande era nuestra alegría. Lo bendijimos, a Él que bendice todo y que los hombres ignorantes desprecian tanto. Brilla cada vez más en mi corazón y también temo cada vez más que los hombres descubran mi amor loco a pesar de mis ropas oscuras que me ocultan de ellos.