Louis Cattiaux (1904 – 1953) correspondió con James Chauvet (1885 – 1955).
Dejemos que hable de él, el muy lamentado Robert Amadou (1924 – 2006): «Esoterista discreto, pero distinguido (más entregado a la especulación que a la operación aunque se benefició de una experiencia mística maravillosa), activo en una sinceridad perfecta, James Chauvet terminó siendo viticultor en el Castel de Camblanes, más, o mejor esoterista que nunca. (…) Escribió de vez en cuando, confidencialmente, textos de iniciación. Colaboró en el Goéland, donde se relacionaba especialmente con Louis Cattiaux. (…) Théophile Briant recurrió a su doble colaboración para que se publicara, en su diario, un «Homenaje a René Guénon». Por otra parte, fue James Chauvet quien, haciendo enviar El Mensaje Reencontrado a René Guénon, suscitó una reseña excepcionalmente benevolente de este último y lo puso en relación epistolar con Cattiaux, quien habría deseado que le redactara un prefacio para su libro.»
Robert Amadou prosigue: «Pero James Chauvet es el hombre de un libro, y de uno solo: «La Búsqueda del Santo Grial», un ensayo de dialéctica mayor». Había participado en el ensayo de reconstrucción de una orden del Santo Grial, con sus tres amigos médicos, Octave Béliard, Léo Gaubert y Auguste-Edouard Chauvet. El proyecto nunca llegó a realizarse.
Desde 1921, James Chauvet evoca «la Orden» del Santo Grial en vistas a «promover la verdad crística» simbolizada por el Santo Grial, «un tesoro que debemos guardar celosamente». «El objetivo de nuestra orden es la custodia del Santo Grial – el conocimiento intelectual y místico de las verdades que contiene». «El aspecto exterior comprende el resplandor hacia afuera de las verdades crísticas, por el ejemplo, por las manifestaciones artísticas, literatura, música, etc., por las obras sociales. El objetivo de la orden es aquí muy práctico: crear elementos cristianos activos que no temerán llevar en todos los ámbitos la Luz del Verbo». En el contexto del esoterismo cristiano, la idea era crear «caballeros de Cristo». Pero esta Orden no llegó a existir…
Más tarde, en los años 1930, James Chauvet contempla la creación en Burdeos de una «Sociedad» del Grial, «Centro de estudios tradicionales». En vistas a la decadencia intelectual de su época, esta «Sociedad» se constituyó con el objetivo del estudio de las Tradiciones y, en particular, la del cristianismo.
«Por este medio, se espera restablecer la inteligencia en sus líneas universales y conectarla a su fuente viva, la Tradición primordial. Nuestro llamamiento se dirige a las mentes alertas, de buena voluntad, deseosas de recuperar los valores espirituales abandonados, a la élite capaz de actuar según las leyes profundas del ser. Los miembros se caracterizan por poseer un espíritu de trabajo y por vivir una vida intelectual profunda.»
En la órbita de James Chauvet, se encuentra el poeta y esoterista Milosz: se frecuentan en Burdeos y en París. También figuran Louis Charbonneau-Lassay, René Guénon, Probst-Biraben, Saint Yves d’Alveydre, un agrupamiento llamado «la Estoile Internelle», y revistas como «Regnabit» o «El Velo de Isis».
Después de varios años de intercambios epistolares, Louis Cattiaux dirá que mostró mucha paciencia con su interlocutor para exponerle y explicarle ciertas nociones o puntos de doctrina; al no ser o no ser suficientemente comprendido o seguido, terminó por cansarse y exasperarse y puso fin, al parecer, a esta correspondencia, sugiriendo a Emmanuel d’Hooghvorst que tomara el relevo…
Para su obra El Mensaje Reencontrado, Louis Cattiaux le había dedicado a James Chauvet un verso que finalmente no fue retenido: «James el viticultor tiene la cabeza dura, pero su intención es pura. ¿No le abrirá el Señor un poco la cabeza para que sea regada con el Espíritu Santo? «Él etiqueta el viento y olvida la tierra» ».
